A medida que voy cumpliendo años y experiencia profesional, me voy convenciendo más que los médicos deberíamos dejar de ser tan intervencionistas y permitir que el cuerpo se ocupe de sí mismo (de hecho lo viene haciendo desde hace más de 150.000 años). Basta mirar a nuestro alrededor, para constatar que a todo el mundo le pasa algo, y que en el mejor de los casos vivimos en un estado subcrónico de enfermedad, es decir ese estado en que aún no tenemos síntomas declarados, pero no nos encontramos bien del todo.
Nuestro Shangri-La es instalarnos en el bienestar. Pero ¿qué es el bienestar? ¿cómo lo definimos y cuantificamos? En realidad es una definición muy etérea.
Digamos que en líneas generales, nuestra salud transita por tres territorios. El primero es el territorio del bienestar, el segundo y más poblado, es el de la enfermedad subcrónica, y el tercero es el de la manifestación de algún tipo de enfermedad crónica.
Algunos médicos, suelen ponerse en acción con todo su arsenal terapéutico, cuando el paciente entra en el territorio de la enfermedad crónica, siendo el objetivo básico reconducirles al estado subcrónico, donde los síntomas queden tapados y “parezca” que ya están bien. Sabemos “todo” de la enfermedad y muy poco de la salud. La meta real, debería ser la de lograr permanecer el mayor tiempo posible en la zona del bienestar.
Si levantamos la cabeza, veremos que estamos sometidos y manipulados por dos grandes gigantes, empeñados en sacarnos el máximo jugo a costa de nuestra salud: Como habréis adivinado, estoy hablando de la Industria Farmacéutica y la Industria Alimentaria, que por supuesto cuentan con la permisividad y conchabeo de las clases dirigentes y los gobiernos de turno. Una simple observación nos pondrá sobre la pista: La salud de la población mundial es inversamente proporcional a las cuentas de resultados de estos dos gigantes.
Los que me seguís, ya sabéis que considero que todos disponemos en nuestro interior de la farmacia mejor surtida del mundo, y que el fármaco más potente que existe, es el BUEN ALIMENTO. Pensar que cualquier fármaco de síntesis, es una molécula que el organismo no reconoce como propia, y por lo tanto siempre tendrá efectos “colaterales” para nuestra salud.
Por principio trato de no medicar; no quiere decir que renuncie a los fármacos, pero si los utilizo, lo hago porque considero que no hay otra alternativa mejor para el paciente. Lo que no nos cuenta la Industria Farmacéutica, son los efectos secundarios que provocan sus fármacos. Si supierais, por ejemplo, lo difícil que es lograr que un paciente pueda “desengancharse” de fármacos tan habituales, como son el Lexatín o el Orfidal, seguro que antes de tomarlos lo pensaríais dos veces, y de paso empezaríais a concienciarnos sobre su consumo indiscriminado.
Si digo que la mejor medicina es el alimento, ahora le toca el turno a la Industria Alimentaria, que ya no sabe que hacer para “inventarse” nuevos productos con “nuevos” sabores … eso sí, a costa de ir degradando nuestra salud. Si os interesa el tema os remito a mi post “la nutrición en psicoterapia”.
He traído este documental de 43 minutos, que se llama “El misterio del Alzheimer”, y en que se ilustra bastante bien todo lo que os estoy contando.
Si hay una enfermedad crónica degenerativa que produce pavor simplemente con nombrarla, es el Alzheimer, y si atendemos a estudios epidemiológicos y estadísticos, veremos que tenemos motivos para ello. Se nos informa que hoy en día hay 5 millones de europeos aquejados de esta enfermedad, que entre el 5 y el 10 por ciento de los norteamericanos de 65 años la sufren, y se estima que en el año 2040, Estados Unidos tendrá 10 veces más camas en las residencias que en los hospitales. Como veis, el panorama no es precisamente alentador.
La enfermedad de Alzheimer va muy asociada al desarrollo de placas amiloideas en el cerebro, muy similares a las placas que obstruyen las paredes arteriales y que acaban por provocar un infarto cardíaco. Pero hoy en día, se considera que esta enfermedad es principalmente un estado inflamatorio.
El documental muestra a las claras, como las Farmacéuticas no quieren utilizar medicamentos ya patentados (como antiinflamatorios baratos) aunque pudiesen ser eficaces. Sencillamente, no quieren invertir en estudios científicos que llegaran a la conclusión, de qué antiinflamatorios y en qué dosis mejorarían la salud de la población afectada, porque en contrapartida, ese hecho empeoraría sus cuentas de resultados. Prefieren invertir en medicamentos nuevos y costosos (están trabajando en vacunas), porque así obtienen muchos más beneficios.
Los médicos que llevamos años ejerciendo, podemos constatar como van desapareciendo del mercado fármacos muy eficaces, pero que tienen la desgracia de que o son baratos o no son patentables. Son sustituidos sin miramientos, por otros similares con nuevas patentes, y a un precio infinitamente superior. Viva la salud !!
El motivo de este post es el de informaros que el jueves, 29 de noviembre a las 6 de la tarde, en la Fundación San Patricio que está situada en la c/ Serrano 200 (se entra por la calle Sil 25), de Madrid, daré una conferencia con el título: infelicidad: la única enfermedad. La entrada es libre.
Hablaré de cómo, cuando y porque he llegado a la conclusión de que la infelicidad sintetiza muy bien el malestar generalizado de esta época.
Existe un nada despreciable porcentaje de personas, que sin estar clínicamente deprimidas, «languidecen» en una vida vacía o citando a Thoreau, «viven una vida de serena desesperación».
Durante la 2ª mitad del siglo XX, la psicología y la psiquiatría han estado obsesionadas con la enfermedad, los trastornos y los aspectos negativos de la vida. Es decir, han estado centradas en ayudar a las personas a curar sus puntos débiles y su patología.
Como se dice ahora en tantos libros de Management y autoayuda, la psicología se ha pasado más de medio siglo, centrándose en las debilidades del ser humano, mientras se ha olvidado por completo de sus fortalezas.
Ha sido en la última década, cuando ha irrumpido con fuerza la llamada psicología positiva; que estudia las condiciones que favorecen el desarrollo de las personas, las organizaciones y las comunidades (centrándose es fomentar la salud y las fortalezas). En realidad es la ciencia de la felicidad y el bienestar. Es la psicología de lo que hace que la vida merezca la pena de ser vivida.
Gracias a que las mal llamadas medicinas alternativas han entrado por fin en las Universidades, se ha empezado a prestar atención a muchas técnicas milenarias de sanación, que actúan directamente sobre el cerebro emocional, y sobre las cuales os daré algunas pinceladas (el tiempo no da para todo).
Os hablaré también de «la solución al 40 por ciento«. Según los estudios de Sonja Lyubomirsky, Ken Sheldon y David Schkade, profesores de la Universidad de California en Riverside; el 50% de nuestra felicidad viene determinada genéticamente, solo el 10% depende de las circunstancias externas a nosotros y el restante 40% varia con nuestro comportamiento. Ese 40 % es el margen de maniobra del que disponemos para aumentar o disminuir nuestro nivel de felicidad, a través de lo que PENSAMOS y HACEMOS en nuestra vida cotidiana. Siempre tranquiliza pensar que tenemos la opción de maximizar ese 40 por ciento.
Os dejo este breve trailer-presentación sobre la conferencia.
Hay un concepto muy sencillo, que si no se entiende y maneja bien, puede y suele traer muchos problemas en la vida cotidiana.
Entre las divisiones que los sociólogos han aplicado para los humanos, resulta especialmente interesante, la que utilizan para diferenciar los grupos primarios de los secundarios.
Convencionalmente, se suele admitir que la definición formal de grupo primario se establece en 1909, fecha en la que Charles Horton Cooley publica Social Organization. A Study of the Larger Mind.
Cooley los define como “grupos establecidos sobre la base de estrechas relaciones cara a cara entre sus miembros, interviniendo decisivamente en la formación de la naturaleza social de las personas. El carácter primario de dichos grupos se debería al hecho de que son los primeros, desde un punto de vista cronológico, con los que el individuo se relaciona desde el momento de su nacimiento (familia, grupo de juegos); y son también los primeros, desde un punto de vista cualitativo, a la hora de moldear el yo social de la persona, proporcionándole los motivos, normas y valores que guían su conducta y estructuran su autoimagen”.
Para entender y poder llevar a la práctica el concepto de grupo primario, lo que debemos tener muy presente es que lo nuclear de estos grupos, reside en que están basados en los afectos. Por ejemplo: para cualquier madre, aunque su hijo fuese un asesino, nunca llegaría a rechazarle del todo. Le querría por encima de su conducta.
Para los sociólogos, el grupo secundario es aquel en el cual las personas que lo conforman, mantienen relaciones formales (no estrechas) y las razones que los aglutinan, suelen ser de trabajo o de alguna índole no personal o amistosa.
En otras palabras: los grupos secundarios están centrados en intereses. Se mueven en función del “algo por algo”.
Por ejemplo: Si trabajamos para alguien, lo que hay que esperar es que ese alguien nos pague lo suficiente por lo que trabajamos, y la otra persona debe esperar de nosotros, que trabajemos lo suficiente por lo que nos paga. No es importante que nos quiera. Podemos llevarnos muy bien con nuestros jefes o empleados, pero hay que tener muy claro que no son nuestra familia.
En cualquier psicoterapia, siempre está presente cierta confusión, y este punto de saber distinguir en la práctica un grupo primario de uno secundario, es fundamental para atacar la confusión relacional que muchos pacientes padecen.
Cuantas veces hemos oído a alguien quejarse, porque después de llevar veinte años trabajando para una empresa, les han echado. ¡Con lo que yo he hecho por la empresa! – suelen decir- a la vez que nos cuentan la cantidad de sacrificios realizados. A ese comentario, acostumbro a responder con un frío y lacónico: ¡pues no haberlo hecho!
¿Qué ha podido ocurrir en la mente de estas personas? Pues sencillamente que se comportaron con la empresa, como si esta fuese su familia (grupo primario), sin importarles los esfuerzos realizados porque todo lo basaban en los afectos. Sin embargo, para su empresa, que como todas se movió por intereses (grupo secundario); cuando dejaron de interesarle sus servicios, simplemente prescindieron de él con el consiguiente disgusto y decepción.
Seguramente todos conocemos a personas, que son verdaderos expertos en “convertir” los grupos secundarios en grupos primarios. Van “adoptando” y “familiarizando” a personas e instituciones, sin darse cuenta de las diferencias que acabo de explicar. El resultado final, siempre suele ser el mismo: confusión, decepción y resentimiento, que puede dejarles profundas huellas físicas y/o psíquicas.
También se puede dar el caso contrario. Personas que tratan a su familia basándose solamente en los intereses, dejando de lado la parte afectiva. El resultado final suele ser el mismo que acabo de describir.
Quizá el paradigma más demoledor de todo lo que he dicho, se encuentra en aquellas personas que siendo de la misma familia comparten negocios. Los que dirigen, tienen que ser personas muy equilibradas, que sepan argumentar sin imponer, y que los límites estén claramente trazados. En caso contrarío, el resentimiento irá creciendo hasta que acabe por explotar en algún miembro de la familia, con el consiguiente efecto dominó.
Como dice Michael Corleone en la película El Padrino: “Dinero y amistad … agua y aceite“.
Como ya expliqué en el problema del diagnóstico en salud mental, hoy os voy a hablar de uno de los desequilibrios bioquímicos, que con mayor frecuencia, suelen provocar síntomas de enfermedad mental. Se trata de la deficiencia de vitaminas del Complejo B, y más específicamente, el déficit en B3, B6, B12 y ácido fólico (B9).
Estas cuatro vitaminas del complejo B, son las mejores amigas de nuestro cerebro y sin su ayuda los neurotransmisores no funcionan bien, en especial la dopamina, la adrenalina, la noradrenalina y la serotonina. Sin la cantidad suficiente de ellas, el cerebro puede empezar a producir una serie de sustancias químicas que nos pueden volver literalmente locos.
El cerebro, mantiene todo en equilibrio gracias a la “metilación”, y son estas vitaminas las que controlan este proceso tan importante. También intervienen frenando la producción de homocisteína, que provoca inflamaciones en el cuerpo y en el cerebro, señalándose como una de las causas probables de los problemas en salud mental.
No todas las personas necesitamos las mismas cantidades de vitaminas B, por lo que es mucho mejor en la práctica guiarse por los síntomas que por los análisis de sangre.
Los síntomas más comunes de deficiencia en estas vitaminas son:
Sensación de “irrealidad”
Escuchar los propios pensamientos
Ansiedad y tensión interior
Incapacidad de pensar de manera continua
Sospechar de la gente
Buena tolerancia al dolor
Ver o escuchar cosas anormales
Diarrea o problemas cutáneos al comienzo de los problemas de salud mental
Dificultad de llegar al orgasmo con el sexo
Tendencia al sobrepeso
Cambios frecuentes de humor
Según el Dr. Horford, si tienes cinco o más de estos síntomas, puede que merezca la pena que aumentes la ingesta de estas vitaminas durante dos meses y/o acudas a un especialista que pueda ayudarte.
Sabemos que la vitamina B3 (niacina) junto a la B12 y al ácido fólico (B9) ayudan a aumentar los niveles anormalmente bajos de histamina, que es un desequilibrio asociado a las alucinaciones.
La vitamina B3 ayuda a eliminar el cobre y otros productos tóxicos del cerebro que aparecen asociados a la enfermedad mental. Mejora el suministro de oxígeno al cerebro y facilita el aprovechamiento de los ácidos grasos esenciales. Entre sus bondades también se encuentra la de ser responsable de que la síntesis de serotonina (neurotransmisor de la felicidad) se lleve a cabo.
Como veis, esta vitamina es fundamental para el buen funcionamiento de nuestro cerebro y la cantidad necesaria varia entre 1 y 6 gramos al día.
Uno de sus efectos secundarios, inofensivos pero molestos es que puede producir rubor, acompañado del aumento de la temperatura cutánea y un ligero picor (por mejora del flujo sanguíneo). Si aparece esta sensación, suele durar 30 minutos y luego desaparecen. Algunos fabricantes le añaden inositol a la B3, con lo cual el rubor desaparece.
Conviene no olvidar que cuando hablamos del Complejo B, nos referimos a las 17 vitaminas B que lo componen. Todas son necesarias para nuestro equilibrio, puesto que se comportan como un equipo, por eso suelo recomendar que junto con las anteriores se tome un buen Complejo B (a mi el que más me gusta, es el de los laboratorios Douglas).
Hace poco tiempo descubrí una serie americana producida por la HBO ( Home Box Office, uno de los canales de televisión por cable y satélite más populares de Estados Unidos). Se llama In Treatmen (En Terapia). En nuestro país se estrenó en 2008 y ya van por la tercera temporada.
La serie, está realizada por el cineasta colombiano Rodrigo García (hijo de García Márquez), que además de ser hijo de tan ilustre padre, tiene en su haber la magnifica y sensible película nueve vidas (2005).
En terapia, es un remake de la serie israelita llamada «Be´ Tipul», creada por Hagai Levi, Ori Sivan y Nic Bergman. Lo novedoso de esta serie americana, es que se presenta en un formato de media hora de duración por episodio.
El hilo conductor de la serie, es Paul Weston, un psiquiatra cincuentón encarnado por el actor Gabriel Byrne. Cada episodio se centra en una sesión semanal (de lunes a viernes) con un paciente en particular. En la primera temporada (43 episodios), podemos ver los lunes a Laura; una joven doctora que logrará desestabilizar afectivamente al terapeuta. Los martes asistiremos a la sesión con Alex; un orgulloso piloto de guerra, con conflictos paternos y de identidad sexual. Los miércoles verá a Sophie; una adolescente con pulsiones suicidas y profundos conflictos familiares y finalmente los jueves; asistiremos a la terapia de pareja de Jake y Amy, atrapados en una relación autodestructiva.
Debido a vicisitudes personales y profesionales, Paul le pide a Gina, una colega ya retirada a la que da vida la brillante Diane Wiest (Hanna y sus hermanas), que acceda a tratarle. De manera, que todos los viernes acudiremos a sus siempre interesantes sesiones de terapia.
Por su formato, he llegando en ocasiones a imaginarme, que estaba asistiendo a una obra de teatro basada en la intimidad de unos diálogos potentes y creíbles. El ambiente que respira la serie, es intimo y acogedor, aunque algo claustrofóbico (apenas hay tomas de exteriores). Semejante despliegue emocional, plagado de miradas, silencios y diálogos, todo ello arropado por una escenografía acogedora y austera a la vez, exige de actores con grandes recursos técnicos y escénicos que hagan creíble lo que estamos viendo. Tan es así, que entre la serie y sus actores, se han repartido un Globo de Oro y 5 Emmys.
Como profesional, me es muy grato comprobar que en terapia, se plasma de una manera seria y respetuosa nuestro quehacer diario, alejándose de los gastados tópicos del diván perpetuo y el terapeuta somnolientamente mudo y ausente.
Hasta ahora, las representaciones de nuestro trabajo terapéutico en el cine, no pasaban de ser puras parodias, donde el psicólogo o psiquiatra era el personaje más excéntrico o loco de todos.
Recuerdo pocas películas donde se viera bien reflejada nuestra tarea. Sin pararme mucho en ello y para los que sintáis curiosidad, me vienen a la memoria gente corriente (1980) y el indomable Will Hunting (1997), como ejemplos dignos de mención.
Lo que a mis ojos le da valor a la serie, es lo que para otras miradas seria su peor defecto: la “perfección”, en el sentido de que son sesiones ideales.
Me explico: Los diálogos son impecables y certeros, lo que el terapeuta dice o hace es oportuno. Nunca duda, y si eso ocurre, sabe salir airoso. Tiene las preguntas y respuestas adecuadas. Recuerda todo lo significativo de la vida de sus pacientes, a pesar de no tomar ninguna nota. Hasta los silencios son medidos y significativos. Nunca se pierde en sus propios laberintos, y todo tiene una lógica que conduce al desenlace final.
Francamente, no me vendría nada mal, que los guionistas de la serie me echasen una mano en más de una sesión. Bromas aparte, precisamente es ese puzzle perfecto e ideal, el que nos muestra sus enormes posibilidades de aprendizaje.
Naturalmente que todo debe ser así en la ficción, porque sino el espectador se perdería y aburriría en la complejidad de una psicoterapia actual. Creo que la serie, logra dar una imagen realista de lo que ocurre en un espacio psicoterapéutico y eso es de agradecer.
Lo central, es que nos muestra la imagen de un profesional comprometido con su trabajo y centrado en los conflictos intrapsíquicos de sus pacientes, relacionando sus situaciones presentes con su pasado, sin perder la ocasión de esclarecer lo que viven y proyectan en él. Muestra muy bien el objetivo ultimo de la psicoterapia: ayudar al paciente, en el seno de un “espacio propio y seguro”, a reflexionar e integrar sus vivencias, en un todo con sentido que le permita seguir viviendo.
Creo que con lo dicho hasta aquí, queda claro que en terapia, me parece un producto televisivo más que interesante, y al que pienso “extraerle” todas las posibilidades de aprendizaje y enseñanza del que sea capaz. Para ello, “diseccionaré” algunos pasajes de episodios, que me permitan apoyar aquello de lo que esté hablando.
Como dato anecdótico para los que tenéis experiencia en psicoterapia, supongo que habéis observado que el Dr. Weston nunca saluda a sus pacientes y el contacto físico está prácticamente ausente (incluida su vieja amiga Gina). A mi juicio, eso se debe básicamente a un sesgo cultural anglosajón, que no le permite manejar bien esas distancias.
Os dejo con el primer episodio de la serie, que espero os resulte lo suficientemente interesante como para “engancharos” a ella. Si eso ocurre, podéis ver la serie online completa pinchando aquí.
Sin querer ser catastrofista, sino con el ánimo de avisar y prevenir, quiero llamar la atención sobre el hecho de que estamos rodeados de un entorno tremendamente hostil, que nosotros solitos hemos generado.
Desde el prisma de la alimentación, simplemente unas pinceladas:
• Cada vez son más numerosos los aditivos – conservantes, edulcorantes, espesantes, acidulantes, pesticidas, saborizantes, emulsionantes, colorantes y elementos químicos diversos- que se añaden a los alimentos que ingerimos a diario
• Los niveles de contaminación medio ambiental crecen en progresión geométrica ( por tierra, mar y aire)
• El empobrecimiento de nuestro suelo agrícola y la deficiente alimentación animal, tiene una clara incidencia en todos nosotros
Por todas estas causas, sufrimos un impacto tóxico brutal, que hace que vayan emergiendo nuevas patologías que hasta hace poco eran impensables. Para los que estéis interesados en estos temas, os recomiendo el libro del periodista de investigación Miguel Jara, la salud que viene.
Ante semejante panorama, una vez más, el organismo nos demuestra su sabiduría ancestral al generar un mecanismo de defensa, que si sabemos «leerlo» bien, nos pondrá sobre la pista de que algo anda mal. Los primeros avisos, se suelen presentar en forma de intolerancias alimentarias. No todo el mundo es consciente de ellas, y por lo tanto ignoran que son las causantes de variadas dolencias: problemas gastrointestinales, dolores de cabeza, hinchazones, alteraciones respiratorias, problemas en la piel, etc.
Así pues, las reacciones a los alimentos «contaminados», pueden manifestarse de múltiples maneras, llegando incluso a desarrollar verdaderas alergias.
No somos lo que comemos, sino lo que asimilamos. Se han realizado numerosos estudios que confirman que las alergias a determinados alimentos o sustancias químicas, pueden afectar a cualquier sistema corporal, incluido el sistema nervioso central.
En el plano mental, las alergias pueden causar síntomas entre los que se incluyen: irritabilidad, confusión, depresión, fatiga, pensamiento lento, dolores de cabeza, trastornos de aprendizaje, ansiedad, etc.
Se estima que 2 de cada 10 personas padecen algún tipo de alergia, y en muchos de estos casos lo desconocen. Hay un famoso y convincente estudio a doble ciego, controlado mediante placebo que realizó el doctor Joseph Egger y su equipo con 76 niños hiperactivos, con el fin de averiguar si la dieta contribuía a los trastornos de comportamiento que sufrían. Se demostró, que el 80% de los niños reaccionaron negativamente a los colorantes y conservantes de los alimentos (básicamente a la tetrazina y al ácido benzoico) alterándoles su conducta.
Este estudio se probó sobre 48 alimentos diferentes con los siguientes resultados:
• El 64 % era alérgico a la leche de vaca
• El 59 % al chocolate
• El 49 % al trigo
• El 39 % a los huevos
• Y el 16 % al azúcar
Después del cambio en sus dietas, no solo mejoró el comportamiento, sino que la mayoría de los síntomas asociados (dolores de cabeza, ulceras en la boca, rinitis crónica, etc.) también lo hicieron.
Cuando escribí sobre los neurotransmisores ya expliqué como gracias a ellos, las células del cerebro se «comunican» entre sí, pero no son las únicas con capacidad de comunicarse de esa manera. El mundo científico ha descubierto que existen numerosas «conversaciones» entre cerebro, sistema nervioso, sistema inmunológico y sistema endocrino. Esto es tan así, que ha surgido una nueva especialidad médica llamada Psico-neuro-inmuno-endocrinología.
Con estos nuevos conocimientos se ha confirmado lo que ya sabían los antiguos: que las fronteras entre la mente y el cuerpo son extremadamente borrosas. Una de las «conversaciones» mejor estudiadas es la que establece el cerebro con el intestino a través de las hormonas y los neurotransmisores (conviene recordar que nuestros antepasados médicos hablaban del intestino como del «segundo cerebro»). Con todos estos conocimientos queda muy clara la relación entre alimentos y salud mental.
La mayoría de las alergias a los alimentos, se desarrollan como una reacción frente a una determinada proteína del alimento en cuestión. A la cabeza de las alergias alimentarias, se encuentra el trigo, probablemente debido a la gliadina que es uno de los componentes de su proteína básica llamada gluten. La gliadina irrita el intestino, llegando a destruir sus vellosidades y afectando a la digestión.
El consumo de demasiados productos fabricados con trigo, no es bueno para nadie. No hay que olvidar que el trigo está manipulado genéticamente y en ese sentido es mucho mejor consumir espelta (trigo no manipulado genéticamente). Por otra parte, está demostrada la conexión entre la alergia al trigo, el autismo y la esquizofrenia.
Sabemos que la intolerancia al gluten conduce a la enfermedad celiaca, que siendo genética, a veces no se manifiesta hasta edades avanzadas. Se calcula que en España una de cada 270 personas son celiacas, siendo más frecuente entre las mujeres. Los síntomas, pueden variar entre estreñimientos y diarreas, así como dolor e hinchazón del abdomen e incluso vómitos.
La avena contiene mucho menos gluten que el trigo, y además es de un tipo diferente, por eso su intolerancia se presenta con menor frecuencia.
En definitiva, cada vez son más los expertos en alergología, que opinan que la hipersensibilidad a los alimentos, es un fenómeno multicausal que implica probablemente una mala nutrición, contaminación, problemas digestivos y sobreexposición a determinados alimentos.
Te estarás preguntando, qué hacer ante la duda de si determinados alimentos te sientan bien o no. Puedes hacer dos cosas: En primer lugar, evita estrictamente durante dos semanas los alimentos bajo sospecha, y después los vas introduciendo individualmente de una manera controlada, registrando los síntomas.
En segundo lugar y más fiable a mi modo de ver, es que te sometas a un Test de Intolerancia Alimentaria. Desde hace ya bastantes años, yo suelo pedirles a mis pacientes que se lo hagan. En él, se testan los 98 alimentos más comunes que solemos ingerir a diario, para descubrir cuales son los que te causan intolerancias.
El test consiste en la extracción de un poco de sangre, para obtener de ella previo centrifugado, el suero sanguíneo donde se mide la cantidad deinmunoglobulinas G presentes. Estas, son las que indican el grado de intolerancia que posees frente a cada alimento en cuestión. Es muy interesante, que si por ejemplo tienes intolerancia al trigo, te facilitan la lista de alimentos que llevan trigo oculto (te asombrarías de la cantidad). Finalmente también entregan la lista completa de todos los alimentos permitidos para ti.
Os dejo una conferencia de Suzanne Powell, que impartió en el primer congreso sobre alimentación consciente, donde habló de la importancia de una alimentación sana y libre de sustancias tóxicas. Espero que os guste.
Como he comentado en un articulo anterior, si tienes algún tipo de problema de salud mental, vale la pena que compruebes si sufres algún desequilibrio bioquímico que pueda explicar esa problemática.
Me he encontrado con pacientes obsesivos, otros que padecían depresiones resistentes con pensamientos suicidas, algunos con una gran tensión interna. Todos ellos, a pesar de llevar años medicándose o siguiendo una psicoterapia, no conseguían equilibrar sus vidas. Pude comprobar después de explorarlos en profundidad, que padecían un desequilibrio de la histamina. A veces por exceso (lo más frecuente) y otras por defecto.
La histamina es un neurotransmisor al que no se le suele prestar mucha atención. Sin embargo, todos producimos histamina, pero unos más que otros. Hay personas que genéticamente están programadas para producirla en mucha cantidad. Cuando una persona presenta unos niveles elevados de histamina en sangre, se dice que sufre de histadelia.
Sabemos que la histamina acelera el metabolismo corporal, produciendo más calor en el organismo. A muchas personas esta característica, les causa rubor facial (se ponen rojos por cualquier cosa), llegando en muchos casos a ser diagnosticados de fóbicos sociales.
La vitamina C es un antihistamínico y se cree que cuando nuestros ancestros perdieron la capacidad de producirla (característica que compartimos con otros primates), eso supuso una ventaja en los climas fríos durante las glaciaciones, pero en la actualidad, su carencia hace que la histamina provoque reacciones alérgicas, aumentando la producción de mucosidad y saliva, tendencia a la hiperactividad, conductas compulsivas y depresión. También, si los niveles de histamina son excesivamente altos, pueden conducir a la depresión crónica e incluso al suicidio.
Los histadélicos presentan ciertos signos físicos y síntomas muy claros. Como ya he dicho, la histamina estimula la producción de saliva, y ese flujo hace que sus dientes sean perfectos (suelen tener el hábito de quitarse el exceso de saliva que se acumula en la comisura de los labios con los dedos pulgar e índice). Producen mucha mucosidad y son de lágrima fácil. Como consecuencia de su mente hiperactiva suelen gustarles mucho el alcohol y otras drogas, que utilizan como remedio sedativo, a la vez que muestran mucha tolerancia a las mismas. El bebedor compulsivo diario de alcohol, suele ser histadélico.
Tienen poco vello corporal (los hombres suelen ser barbilampiños y con poco vello en le pecho). Al tener un metabolismo más rápido, pueden comer mucho sin ganar peso. También tienen los dedos de las manos y de los pies relativamente largos, siendo el segundo dedo del pie más largo que el dedo gordo. También suelen tener un potente impulso sexual y tener orgasmos con facilidad. A menudo padecen de insomnio severo y es muy común un historial de alergias o cefaleas con gran sensibilidad al dolor.
Marilyn Monroe es un ejemplo de persona alta en histamina. Es conocida la frase que solía decirles a los fotógrafos: «no sé porque tomáis siempre fotos de mi cuerpo cuando mi rasgo más perfecto son los dientes que no tienen ni una sola carie«. Marilyn, tenia el segundo dedo del pie más largo, le gustaban las drogas, era muy activa sexualmente y acabo suicidándose. Pero no todo es malo. Muchos grandes escritores, artistas, pensadores y emprendedores, son personas de este tipo. Son apasionados, que trabajan compulsivamente en busca de sus logros.
A continuación enumero una síntesis de los síntomas frecuentemente asociados al exceso de histamina, y si tienes cinco o más de estos síntomas es muy probable que seas histadélico:
• Cefaleas y migrañas
• Salivación y llanto fácil
• Facilidad de orgasmo
• Temores anormales
• Metabolismo rápido
• Depresión o pensamientos suicidas
• Mucho calor corporal
• Poco vello corporal y constitución delgada
• Orejas grandes y dedos de pies y manos largos
• Buena tolerancia al alcohol
• Timidez o hipersensibilidad en la infancia
• Alergias estacionales
• Tendencias obsesivas o compulsivas
Si sospechas que tienes la histamina alta, debes acudir a un especialista que te haga un análisis de sangre para determinar su cantidad (el aumento de los basófilos en la sangre es un marcador muy fiable). Debes acudir a un especialista para iniciar un tratamiento, donde la nutrición óptima dependerá en cada caso de las cifras de histamina.
De manera orientativa te sugiero que consumas una dieta relativamente pobre en proteínas (las proteínas de la carne contienen aminoácidos que aumentan la histamina) y rica en carbohidratos complejos (frutas y hortalizas). Debes suplementarte con 2 gramos diarios de vitamina C que es un antihistamínico natural. También es aconsejable añadir al menos: 15 mg. de zinc, 5 mg. de manganeso y 50 mg. de B6 diariamente.
Si los niveles son muy altos hay que añadir a lo anterior; 1 gramo al día de calcio (para liberar a los tejidos del exceso de histamina y que esta pase a la sangre), junto con 1 gramo diario de metionina (aminoácido que desintoxica y ayuda en la eliminación). Es fundamental evitar las dosis de ácido fólico superiores a 200 mcg hasta que se tenga bajo control la cantidad excesiva de histamina. Este tratamiento suele ir muy bien a pacientes alérgicos que no están deprimidos.
En medicina, lo verdaderamente difícil es llegar a un diagnóstico correcto, y en la especialidad de psiquiatría, esto es aún más complicado.
Los que seguís el blog, sabéis que yo me dedico a la psicoterapia integral planificada y que la perspectiva médica que defiendo, es la del abordaje integral del paciente es su dimensión biológica, psicológica y social.
Hoy quiero reflexionar sobre la faceta biológica en el abordaje de la salud mental. Cada vez es más difícil llegar a un diagnóstico correcto, porque desgraciadamente el diagnóstico sigue basándose en buena medida, en juicios subjetivos del estado de la persona, más que en pruebas objetivas.
El sol es la fuente primordial de vida en nuestro planeta. La luz solar tiene diversas bandas de frecuencia de luz ultravioleta. De los tres tipos de rayos ultravioletas: los rayos A (UVA) son los responsables del bronceado de la piel, los del tipo B (UVB) activan la síntesis de la vitamina D, que es primordial para la absorción del calcio y otros minerales, y finalmente, los C (UVC), casi totalmente absorbidos por la capa de ozono de la Tierra, eliminan bacterias, virus y otros gérmenes patógenos.Continue reading