Captura de pantalla 2016-02-09 a las 12.56.16Podemos definir la Inteligencia Emocional, como el equilibrio entre la emoción y la razón. El termino fue inventado por investigadores de las universidades de Yale y New Hampshire, pero su popularidad se debe al famoso libro Inteligencia Emocional (1995), del periodista científico del New York Times, Daniel Goleman.

Una breve historia de la inteligencia

Inicialmente, se pensaba que la inteligencia era una capacidad única, que permitía entender, razonar, tomar decisiones y resolver problemas de la vida diaria. También se creía, que esa capacidad se podía medir con unos simples tests.

Etimológicamente, la palabra inteligencia deriva de Inteligere, que es una palabra compuesta por otros dos términos latinos: intusentre«) y legereescoger«). Por tanto, el término inteligencia, hace referencia a «quién sabe elegir«. De acuerdo a su etimología, una persona es inteligente, cuando es capaz de saber escoger la mejor opción posible entre todas las posibilidades a su alcance, para resolver un problema.

¿Cómo se puede medir?

Al principio, se creía que las personas más inteligentes, se distinguían por su mayor capacidad de trabajo y su gran sensibilidad. Fue a finales del siglo XIX, cuando se empezaron a diseñar todo tipo de pruebas para poder medirla. Las pruebas y test más conocidos, los desarrolló Sir F. Galton (primo de Charles Darwin).

A principios del siglo XX, el ministro francés de Instrucción Pública, encargó a Theodore Simon y a Alfred Bínet –responsables del Laboratorio de Psicología Experimental de la Soborna–, que desarrollasen unas pruebas para poder detectar qué niños tendrían problemas escolares, y así poder prevenirlos. Para estos investigadores, el núcleo de la inteligencia estaba compuesto de sentido común, juicio, capacidad de adaptación, iniciativa, comprensión, y saber juzgar bien a las personas. El diseño de estas pruebas, se dio a conocer como el Test de Stanford-Bínet.

Fue en 1949, cuando se popularizaron las escalas de Inteligencia de Wechler (más conocidas como Escalas de WAIS), que miden facultades similares, y que siguen aplicándose hoy en día. Siguiendo con esta breve historia, fue el psicólogo William Stern quien creo el concepto de Cociente Intelectual (CI), como la medida mental de un individuo dividida por su edad cronológica y multiplicada por cien.

En realidad, el CI mide y valora lo que se enseña en los centros educativos, por tanto, se trata de una «inteligencia estática«, que no sirve para medir el «éxito«–en un sentido amplio–; como posición social, salario, matrimonio, etc. De echo, se ha comprobado que no hay correlación directa, entre el rendimiento académico y el «éxito» en la vida.

Ni los resultados de los test de inteligencia, ni el CI, predicen el éxito profesional ni personal

Inteligencias Múltiples

Siguiendo la trayectoria histórica de la evolución del concepto de Inteligencia, no fue hasta 1983, cuando Howard Gardner estableció la «Teoría de las inteligencias múltiples«.

Gardner, consideraba que «la mejor manera de evaluar el intelecto de una persona, era verlo como un conjunto de facultades relativamente autónomas«.

Hablaba de 8 tipos de inteligencia:

  1. Inteligencia Lingüística, como la capacidad de leer, escribir y comunicarse con los demás
  2. Inteligencia lógico-matemática, como la capacidad de razonar y calcular siguiendo una lógica sistemática
  3. Inteligencia visoespacial, como la capacidad de visualizar y pensar en imágenes
  4. Inteligencia musical, como la capacidad de crear música, leer una partitura y cantar bien
  5. Inteligencia corporal-cinestésica, como la capacidad de utilizar bien la destreza física (baile, deporte, cirugía, etc)
  6. Inteligencia intrapersonal, como la capacidad de reflexionar sobre el propio comportamiento; obteniendo enseñanzas de ello para sí mismo y para los demás, marcándose objetivos, y avanzando en su dirección
  7. Inteligencia interpersonal, como la capacidad de relacionarse con los demás, de entender sus motivaciones, de crear lazos afectivos, y de trabajar juntos
  8. Inteligencia naturalista, la capacidad de establecer relaciones con la naturaleza y de interactuar con ella de manera adecuada

Sir Ken Robinson –profesor de Educación Artística en la Universidad de Warwick– afirma que todos debemos encontrar nuestro «elemento«, que es aquello para lo que tenemos una capacidad innata.

Buenos ejemplos de ello, son; la inteligencia musical de Mozart, la capacidad de Rodin para las formas, el movimiento del cuerpo en el espacio de Nureyev, la capacidad lingüística de Shakespeare o el talento reflexivo de Sócrates. Todos ellos destacaban notablemente en un determinado tipo de inteligencia, y no cabe duda que encontraron «su elemento«.

Inteligencia Emocional

Según diferentes estudios, menos del 20 % del «éxito en la vida» es atribuible al CI. Por lo tanto, se impone la conclusión; de que existen otros factores mucho más importantes que la inteligencia abstracta y lógica, que son los responsables del otro 80 % de los «éxitos«.

Fueron los profesores Peter Salovey (de Yale) y John Mayer (de New Hampshire), los que demostraron la existencia de una inteligencia «suplementaria«, implicada en la comprensión y gestión de nuestras emociones. La llamaron Inteligencia Emocional, y concluyeron que era capaz de explicar mejor que cualquier otra, el éxito en la vida –siendo además–, muy independiente del Cociente Intelectual (CI).

Estos autores, han definido un Cociente Emocional (CE) –que permite medirla–, y que es el responsable del 80 % de los «éxitos» en la vida. Todos conocemos personas poseedoras de un CI muy elevado, pero con un CE francamente mejorable.

La Inteligencia Emocional gira alrededor de cuatro funciones esenciales:

1.- Capacidad de reconocer las propias emociones y las de los demás. Reconocer los propios sentimientos y ser capaces de «ponernos en los zapatos del otro» (empatía), marcan la diferencia

2.- Gestionar las propias emociones. Es la capacidad de comprender y expresar las emociones, que sean más convenientes en una determinada situación. Fundamental en las relaciones interpersonales

3.- Motivarse a sí mismo. Es fijarse metas, perseverar en su logro, y eludir las gratificaciones inmediatas que puedan distraer del objetivo. Las personas que poseen estas habilidades, son más productivas y efectivas en cualquier actividad que emprendan

4.- Gestionar las relaciones personales. Es el arte de establecer buenas relaciones con los demás, interactuando de forma sensible y efectiva. Son la base del liderazgo y la eficiencia personal

ESTAS CUATRO APTITUDES, SON EL FUNDAMENTO DEL DOMINIO DE SÍ MISMO Y DEL ÉXITO SOCIAL

Todas ellas conforman la base del conocimiento de sí mismo, de la moderación, de la empatia, de la cooperación y de la capacidad de resolución de conflictos.

El mismo Daniel Goleman, afirmó que la Inteligencia Emocional, era equivalente a la Madurez Personal; y no puedo estar más de acuerdo.

Os dejo en este vídeo, como una pequeña / GRAN REFLEXION, sobre el «éxito» en nuestras vidas.