¿Qué quiere decir incompetencia psíquica?
De una forma quizá esquemática pero didáctica para nuestros fines, podemos dividir nuestra competencia en “áreas”. Hablamos de áreas de competencia intelectual, en el sentido de poder pensar bien, áreas de competencia afectiva medida como la capacidad que tiene una persona para hacerse cargo de los miedos propios y ajenos y finalmente el área de competencia operativa medida como la capacidad para planificar y ejecutar tareas. En síntesis se trata de pensar, sentir y hacer coherentemente.
Una persona estará más equilibrada si piensa, siente y hace en la misma dirección. Hay personas que piensan correctamente (buena capacidad intelectual), pero o no saben pasar a la práctica (incompetencia operativa) o son incapaces de perseverar el tiempo suficiente en algo, fallándoles lo que llamamos la fuerza de voluntad (incompetencia afectiva). Este último tipo de incompetencia, es el más difícil de tratar.
Cuando fallamos en alguno de estos niveles de competencia, el nivel de ansiedad señal (miedo a algo)sube hasta pasar a ansiedad traumática (miedo al miedo). Ese es el momento de solicitar ayuda profesional (ver FICHA 2).
Cuando un paciente acude a nuestra consulta pidiendo esa ayuda, lo más probable es que esté instalado en algún tipo de incompetencia psíquica y por lo tanto, sus niveles de ansiedad estarán disparados. Sufrirá una gran pérdida de energía y dificultad para enfrentar el día a día.
Para entender de otra manera como funcionamos psíquicamente, me apoyaré en la síntesis que hace de la personalidad la teoría psicoanalítica, pero para hacerla más accesible y didáctica me voy a permitir alguna licencia, que espero sepan perdonarme los puristas.
En primer lugar vamos a pensar que el paciente es como una empresa en crisis y que de no intervenir inmediatamente, va derecho a la quiebra. Lo primero que haría cualquier empresario sensato que supiese que su empresa no estaba funcionando bien, sería contratar los servicios profesionales de un experto para que la auditara, y eventualmente le mostrara el camino para salir de la crisis. Ese profesional en este caso es un terapeuta.
El paciente mostrará una clara incompetencia para atender a las necesidades propias o de la realidad externa. Como auditores-terapeutas debemos centrar nuestros esfuerzos de cambio mirando a la “cúpula empresarial”, es decir al consejo de administración propio, donde sin lugar a dudas hay un presidente del consejo (el paciente), abrumado por las exigencias de sus consejeros e incapaz de tomar decisiones “adaptadas”.
Al presidente del consejo de administración le llamaremos YO y a los consejeros les llamaremos ELLO, SUPERYO y REALIDAD.
El ELLO o NIÑO, es el consejero que representa la parte más infantil y primitiva en forma de impulso y deseo. Se rige por el principio del placer y representa “lo que quiero que sea”.
El SUPERYO o VIEJO, muestra los aspectos más conservadores de la empresa (del paciente) y en ese sentido representa al “viejo”. Es la conciencia moral desarrollada en la infancia mediante la asimilación de las pautas culturales y las creencias familiares (ver Ficha 3). Se rige por “lo que debe ser”.Finalmente, tenemos a la REALIDAD, como el consejero principal que representa “lo que es”. Capta el mundo exterior y se rige por el “principio de realidad”.
La “foto” con la que nos solemos encontrar los terapeutas, es la de una empresa-paciente donde el presidente (YO ADULTO) no preside nada y está absolutamente desbordado, cuando no manipulado, por alguno de los consejeros. La REALIDAD no existe y en el consejo o bien manda el ELLO-NIÑO o el SUPERYO-VIEJO. Es un caos completo.
Como asesores-terapeutas, lo primero que tenemos que hacerle ver al paciente-presidente, es la necesidad de “contratar” al consejero que falta y que se llama REALIDAD. En los primeros momentos de una terapia, ese “principio de realidad” lo tiene que ejercer el terapeuta a través de su Yo Observador (ver Ficha 6) , para tratar de poner orden en el consejo de administración del paciente. Le prestamos al paciente, nuestro principio de realidad.
Como vemos, la personalidad depende del éxito que tenga el YO (presidente) en lograr un buen entendimiento entre las exigencias mas instintivas del ELLO, la moral social del SUPERYO y la REALIDAD. Si hay buena negociación, hay adaptación y si no hay adaptación hay neurosis. Por lo tanto, al presidente se le exige permanentemente, que sea capaz de negociar entre las distintas instancias psíquicas con sus intereses contrapuestos, adaptándose todos ellos a la realidad.
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