En el lenguaje popular, siempre hemos oído decir, aludiendo a la subjetividad de cada uno, “que nada es verdad ni mentira, que todo depende del color del cristal con que se mira”. Vamos a analizar las creencias como los filtros a través de los cuales distorsionamos la realidad.
¿QUÉ ES LA REALIDAD?
El futuro es modificable, pero desconocido; el pasado es conocido, pero inmodificable. Entre esos dos infinitos espacios temporales, que se extienden en direcciones opuestas y que llamamos pasado y futuro, queda un instante infinitamente corto al que llamamos presente. En él, se encarna nuestra vivencia más inmediata y sin embargo más inaccesible.
LA REALIDAD ES ÚNICAMENTE EL LUGAR PRESENTE, EL «AHORA», LO QUE ESTÁ PASANDO FRENTE A MI, Y EL ENTORNO EN EL QUE PUEDO ACTUAR
LA REALIDAD NO PUEDE SER PENSADA
Una rosa y un cardo son reales, pero cuando los miro a través de mi sistema de creencias, empiezo a hablar «acerca de» ellos. Si por ejemplo digo, que la rosa es hermosa y el cardo feo, ya no los veo como realmente son, sino a través de la proyección que hago sobre ellos de mi creencia de belleza o fealdad. Ni la rosa es hermosa, ni el cardo es feo. Ambos son como son: la realidad es esa y no puede ser pensada.
LA REALIDAD ES LO QUE ES Y NO PUEDE SER PENSADA
¿Puedo cambiar la realidad? Hay que tener muy claro que existe una realidad externa y otra interna (la de mi mente). La externa no la podemos cambiar, pero la interna sí, porque depende de la interpretación que hagamos de los hechos.
EL CAMINO DE CRECIMIENTO Y APRENDIZAJE
En nuestra evolución, nada más aterrizar en este mundo –durante los primeros meses de vida–, somos seres inocentes sin ninguna información /programación. Al igual que sucede cuando compramos un ordenador, este inicialmente carece de información, siendo necesario que le vayamos instalando programas para hacerlo operativo. Con el tiempo estos programas dejaran de ser útiles, haciéndose necesaria la incorporación de nueva información (crecimiento) que nos permita seguir avanzando.
A los seres humanos nos sucede lo mismo. Poco a poco nos vamos llenando de información, que debido unas veces a la cantidad y otras a la falta de criterio para interpretarla y comprenderla, nos sumen en la confusión y el sufrimiento. En estas etapas iniciales – básicamente durante el primer septenio de nuestra vida–, somos seres ignorantes y vulnerables sometidos a una programación continua, donde se nos adoctrina sobre lo que debemos pensar, sentir y hacer, para se considerados «buenos, exitosos y felices» en nuestro grupo de referencia.
Finalmente, si logramos verificar e integrar en nuestro interior aquella información que nos aporte paz, comprensión y respeto, estaremos consolidando la última etapa de crecimiento y aprendizaje a la que llamamos información de sabiduría.
LA EXPERIENCIA DE LA VIDA CONSISTE EN EL TRABAJO DE RECORRER EL CAMINO QUE VA DE LA IGNORANCIA APRENDIDA, A LA SABIDURÍA CONQUISTADA
¿QUÉ ES UNA CREENCIA?
Como he dicho más arriba, nacemos inocentes y dependientes. Necesitamos «creer» en las personas de las que dependemos, para adquirir información que nos permita adaptarnos y evolucionar en nuestro entorno. Todo aquello que se nos enseña en la familia, en la escuela y en la sociedad, nos lo vamos «creyendo» poco a poco. Así pues, una creencia será todo aquello que es verdad para mí.
SOMOS ADICTOS A NUESTRAS CREENCIAS, PORQUE LA FINALIDAD DEL CEREBRO NO ES DESCUBRIR LA VERDAD, SINO GENERAR COHERENCIA CON SUS CREENCIAS
Por lo tanto, las creencias van a influir mucho en nuestra felicidad y actitud ante la vida. Si por ejemplo, me avisan de que mi jefe me va a llamar a su despacho para comunicarme algo muy importante; mi actitud y sentimientos, serán muy diferentes según piense en un ascenso o en un despido. Por lo tanto, lo que pienso, crea lo que siento y lo que siento crea lo que hago.
LAS CREENCIAS SON PENSAMIENTOS INSTALADOS EN NUESTRO INCONSCIENTE, QUE SE TRADUCEN EN SENTIMIENTOS, QUE DAN LUGAR A COMPORTAMIENTOS
LOS PARADIGMAS FAMILIARES
Los paradigmas familiares son un conjunto de creencias que heredamos de nuestros mayores y que nos condicionan la manera de percibir la realidad. Aunque solo son puntos de vista, les damos el valor de verdades absolutas. Como bien sabemos los psicoterapeutas, las creencias limitantes son las responsables de la mayoría de los trastornos que nos afligen.
Al tratarse de pensamientos que no sabemos que viven «por cuenta propia» en nuestro interior, nos provocan «distorsiones» entre lo que es y lo que debería ser (lloro porque me siento mal, pero no debería llorar porque los hombres no lloran). Es lo que se conoce como pensamiento irracional.
ASÍ PUES, LOS PARADIGMAS FAMILIARES CONFORMAN LA IDEOLOGÍA FAMILIAR, QUE ES EL CONJUNTO DE REGLAS, MAPAS Y GUÍAS QUE NOS LEGAN NUESTROS MAYORES PARA PODER TRANSITAR POR LA VIDA
Una característica fundamental de estos sistemas de creencias, es que se comportan como mitos familiares; y por definición, el mito es inaccesible a la argumentación lógica, y además no se cuestiona. Es algo que está ahí y es así desde que el mundo es mundo. Es como el aire que respiramos. Nacemos y vivimos con ellos, porque no hemos conocido otra cosa, y por lo tanto sus reglas las admitimos sin crítica y con total naturalidad.
LAS CREENCIAS SON INACCESIBLES A LA ARGUMENTACIÓN LÓGICA Y POR LO TANTO NO SE CUESTIONAN
Pensamos y decimos tranquilamente una serie de tópicos como que “los hombres no lloran” o “las mujeres conducen fatal” o “la letra con sangre entra” … Una de las primeras tareas que suelo pedirles a mis pacientes cuando inician una psicoterapia, es que apunten en un cuaderno de forma rápida y espontánea, todas las frases hechas, –del estilo de las que acabo de nombrar–, que les vengan a la cabeza. Esta es una manera sencilla de localizar las creencias, que sin que seamos conscientes de ellas, gobiernan nuestras vidas.
ALGUNOS EJEMPLOS
Si tú que me estás leyendo, resulta que has nacido en una familia donde te han dicho “ mira hijo, hay que ser buena persona, porque para cuatro días que va a vivir uno…” y yo he nacido en otra familia donde siempre me han repetido que “este es un mundo de lobos y quien pega primero, pega dos veces…”. ¿Quién tiene razón de los dos: tú o yo? Pues los dos. Tú tienes “el cristal de las gafas” de la bondad y la tolerancia, mientras que el mío es el de la lucha y agresividad.
Ahí va otro ejemplo de conflicto y pensamiento irracional: Hace unos años, tuve un paciente que no podía jugarse ni un euro a nada. Sentía mucha ansiedad y aversión al juego. Le parecía algo ridículo pero era incapaz de superarlo. Su razón le decía que podía jugar, pero el bloqueo era superior a sus fuerzas y esa lucha le causaba un tremendo sufrimiento.
Para haceros corta la anécdota, resulta que indagando en la familia de origen, descubrimos que su bisabuelo se jugó y perdió toda la fortuna familiar, que era mucha. ¿Qué paso realmente en el psiquismo colectivo de esa familia? Pues que a partir de ese hecho, en la ideología familiar, se grabó una orden que decía: TODA FORMA DE JUEGO ESTÁ TERMINANTEMENTE PROHIBIDA PORQUE HA TRAÍDO LA DESGRACIA A ESTA FAMILIA.
Esa orden, fue muy coherente en ese momento para cauterizar la herida y evitar que la historia se repitiese. Fue una norma no escrita que pasó sin crítica de generación en generación. Cuando llegó a mi paciente, esa orden que estaba inscrita en su inconsciente –pero que ya no tenía sentido–, empezó a actuar disociada de su razón (pensamiento irracional). El resultado de esa lucha interna –entre lo que era y lo que debería ser–, fue la generación de un conflicto aparentemente irresoluble y portador de un gran sufrimiento.
LAS CREENCIAS LIMITANTES
Como su nombre indica, son aquellos pensamientos que nos limitan y marcan nuestra vida. Son los responsables de nuestra infelicidad.
Si miro el mundo con miedo, carencia o inseguridad, se irán configurando dentro de mi unos esquemas de incapacidad que perpetuarán mis miedos y ansiedades. Cada vez tendré más miedo al cambio y mayor dificultad para dejar de ser el que me han dicho que soy.
Estamos programados para estar a la defensiva porque todo lo que ocurre fuera nos puede hacer daño, y además, la mente es muy conservadora. Vivimos continuamente preocupados, a pesar de que hay estudios que demuestran que más del 90% de lo que nos preocupa nunca sucede.
Pensamos mucho más de lo que actuamos –tenemos más de sesenta mil pensamientos al día–, por eso es muy útil aprender a estar presentes.
A través de las técnicas de Atención plena o Atención consciente o Mindfulness, podemos aprender a tomar consciencia de nuestras experiencias en el mundo presente, practicando la capacidad de decidir donde ponemos nuestra atención, junto con el significado que le damos a lo que estamos pensando: pasamos así, de preocuparnos (pensar) a ocuparnos (actuar).
¿QUÉ HAY QUE HACER CON LAS CREENCIAS?
Lo primero de todo es darnos cuenta de cuales son nuestras creencias, y en segundo lugar, a partir de ahí, empezar un trabajo –con o sin ayuda terapéutica– de ratificación, rectificación o enriquecimiento científico de las mismas.
LA INFORMACIÓN QUE NOS LLEGA DE LA EXPERIENCIA DIRECTA O REALIDAD (SABIDURÍA PERENNE), ES LO MÁS VALIOSO PARA CUALQUIER TIPO DE CAMBIO
Si a mi abuelo lo fusilaron los rojos en la guerra civil, resulta que odio a los rojos, pero si esa creencia la paso por el tamiz de mi critica actual, me doy cuenta, que en los dos bandos se hicieron salvajadas y que no debo generalizar. En este caso rectificaré mi creencia.
Otro ejemplo, es el de ese hombre que tenía la creencia de que nunca hay que ponerle la mano encima a un hijo, arguyendo que cuando él era pequeño y se portaba mal, bastaba una mirada de su padre para hacerle temblar. Concluyó diciendo que estaba muy orgulloso del padre, porque nunca llegó a pegarle.
A ese hombre, se le dio la información de que a veces, esas miradas podían hacer que el niño pensase, que cuando su padre no fuese capaz de sujetarse, podría llegar incluso a matarle, siendo mucho mejor para el psiquismo del niño, tener la experiencia de como un padre puede perder los papeles y luego disculparse por ello. En este caso, ese hombre enriquecería científicamente su creencia, si se diera cuenta que su actitud era muy sádica, y que a su hijo un cachete no le dejaría ninguna huella imborrable.
Siempre les repito a mis pacientes que no me crean nada de lo que les digo, hasta que verifiquen esa información por ellos mismos.
HAY QUE ESTAR MUY ATENTOS A NUESTRO NIVEL DE SUFRIMIENTO: TODO LO QUE NOS DE PAZ SERÁ INFORMACIÓN DE SABIDURÍA PARA NOSOTROS
EL MAPA NO ES EL TERRITORIO
Por todo lo anterior y a modo de resumen, deducimos que cada uno de nosotros somos depositarios de un “mapa”. Mapa, que contiene la ideología y las creencias familiares, con las que tenemos que movernos por la vida.
A modo de analogía, sabemos que un mapa de carretera es la representación simbólica de la misma, pero NO es la carretera. Sin embargo, la mayoría de los humanos piensan que su mapa ES el territorio o lo que es lo mismo: “lo que veo a través de mi cristal ES la realidad”.
Como les digo a mis pacientes: “si tu mapa es del siglo XVI no vas a tener forma de encontrar Arturo Soria”. Mi trabajo, como psiquiatra y psicoterapeuta consiste en actualizar mapas.
MALDAD O LOCURA
Una derivada de todo lo dicho, es que cuando dos personas no comparten la misma óptica, falla la comunicación y si falla la comunicación, siempre se atribuirán mutuamente maldad o locura.
Veamos esto con un sencillo ejemplo. Imagínate por un momento, que estás sentado en una mesa delante de mí y entre ambos hay un cenicero. Si yo te digo: ¿me puedes pasar el cenicero blanco por favor? Tú me contestas que naturalmente, pero que es negro. Yo insisto diciéndote que es blanco, tú me contestas que negro, yo que blanco… Después de este forcejeo, lo más probable es que empieces a pensar que estoy mal de la cabeza, porque desde tu óptica, es claramente negro (a mí me pasará lo mismo contigo), pero si sigo insistiendo en que es blanco, llegará un momento en que pensarás que no solamente estoy loco, sino que además, soy muy mala persona porque quiero enloquecerte a ti.
CUANDO SOMOS INCAPACES DE ENTENDERNOS CON ALGUIEN, FINALMENTE LE ATRIBUIREMOS MALDAD O LOCURA
Como vemos, para que comience cualquier proceso del cambio, es absolutamente imprescindible que tomemos conciencia de “nuestra óptica”, y de cómo esta, condiciona nuestra manera de estar en el mundo.
Deja una respuesta