Una vez más vuelvo al tema de la inteligencia emocional. En un articulo anterior, hablé de la importancia de saber gestionar las relaciones personales; en el sentido de tener la capacidad de establecer y mantener vínculos sanos, sensibles y satisfactorios.
EL «DRAMA» DE LA VIDA
El poeta Amado Nervo decía en uno de sus versos; «el cielo es azul, el mar es salado y la vida es incierta«.
La vida es un «drama», que en su sentido más profundo significa que es impredecible e insegura.
Por mucho que nos resistamos, estamos instalados en un continuo presente donde puede ocurrir cualquier cosa, lo que hace que en general, nos sintamos indefensos e inseguros sin saber convivir con la incertidumbre que es inherente a nuestra existencia. Por otro lado, cuanto más inseguros nos percibamos internamente, más recursos invertiremos en asegurar nuestras circunstancias externas.
NO DEBEMOS IGNORAR QUE LA INCERTIDUMBRE Y FALTA DE CONTROL, ES INHERENTE A LA EXISTENCIA HUMANA
Precisamente uno de los criterios de salud mental, es el de la movilidad de roles e ideologías queriendo decir con ello –que si uno vive lo suficiente–, seguro que habrá pasado por las múltiples experiencias de reír, llorar, comprar, vender, amar, odiar, ser víctima o verdugo… es decir, que a lo largo de su vida, se habrá «movido» por diferentes roles e ideologías.
SABER ACEPTAR QUE LA VIDA NOS VA A SITUAR EN POSICIONES DE «MOVILIDAD», ES SANO PORQUE NOS HACE HUMANOS Y PROFUNDAMENTE «DRAMÁTICOS»
El problema surge cuando nos aferramos de manera compulsiva a alguno de esos papeles (víctima por ejemplo). Entonces pasamos del «drama» al «melodrama», donde todo es estático y reiterativo con el deseo de encapsularnos en una «vidita» predecible y segura.
¿QUÉ SON LOS MELODRAMAS?
Ante la inseguridad de la vida, el ser humano se defiende generando los llamados «melodramas», que son intentos desesperados para negar la incertidumbre de la vida y el miedo al cambio constante. Se constituyen como pequeñas obras de teatro que se repiten sin cesar, donde el argumento es fijo, todo es estable, predecible y seguro, porque nunca ocurre nada nuevo y los «actores» son siempre los mismos o similares.
LOS MELODRAMAS SON INTENTOS DE CONTROLAR LA INCERTIDUMBRE DE LA VIDA
Si por ejemplo se asume el papel de víctima, se estará creando de forma inconsciente, un melodrama titulado «soy una víctima«; pero para poder vivirlo necesitará de actores o «cómplices melodramáticos«, que le permitan representarlo y «mantenerlo en cartel» el mayor tiempo posible.
Pero, ¿qué necesita una víctima? Pues, un verdugo naturalmente. Ambos serán cómplices y «actores» de un melodrama que podremos llamar: «maltratador/maltratado«, «sádico/masoquista» o «víctima y verdugo«, donde la conducta de cada uno estimulará la del otro, haciendo del melodrama un juego «seguro» pero muy empobrecedor para ambos, porque en él, nunca ocurre nada nuevo, creándose la falsa ilusión de que el tiempo se detiene.
Se trata de cambiar libertad por seguridad, en el sentido de «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer».
Otro melodrama muy común es el de las llamadas «parejas chicle«. Son esas parejas donde en realidad nunca ocurre nada, porque se mueven de la bronca a la reconciliación con suma facilidad, sin llegar jamás a unirse o separarse del todo. Es como si estuviesen unidos por una vara rígida de un metro de longitud, de tal manera que el acercamiento de uno, provoca el alejamiento del otro. Se mueven mucho, pero siempre están a la misma distancia. Es el juego eterno del «ni contigo, ni sin tí».
¿PARA QUE SIRVEN LOS MELODRAMAS ?
A pesar de que la única constante en la vida es el cambio, los humanos tenemos una gran resistencia a él. Por lo tanto, los melodramas sirven para mantener la ilusión de que no se cambia.
LOS MELODRAMAS SIRVEN PARA MANTENER LA ILUSIÓN DE QUE NO SE CAMBIA, DE QUE SE CONGELA EL TIEMPO Y DE QUE TODO ESTÁ BAJO CONTROL
Es como si uno va a ver por primera vez una película de suspense donde se desconoce el final. Esa incertidumbre puede producir un cierto malestar o ansiedad por temor a lo desconocido (drama). Pero si se ha visto la película con antelación –como ya se sabe lo que va a pasar (melodrama)–, la ansiedad desaparece.
Así pues, hablando en términos psicológicos, es bastante raro hallar «un hombre casado con una mujer»; casi siempre encontraremos una madre con un hijo, dos hermanos, un padre con una hija, un sádic@ con un@ masoquist@, etc. Por eso es muy frecuente que cuando haya un verdugo aparezca una víctima, y cuando veamos a un padre surja un hijo … son parejas complementarias que se «buscan inconscientemente» para calmar su ansiedad, escenificando el correspondiente melodrama una y otra vez.
Si por ejemplo, soy un experto jugador de mús, me rodearé de «cómplices» para jugar al mús (juego que domino). Pero si alguien me propone jugar al póker (juego que desconozco), me negaré porque no puedo arriesgarme a la ansiedad que me produce lo desconocido, y el miedo a perder.
¿COMO SE MANTIENEN LOS MELODRAMAS?
Ya he dicho que los melodramas se perpetúan gracias a los cómplices melodramáticos que dan la réplica, permitiendo que el juego continue. La resolución de cualquier conflicto melodramático pasa por cambiar de «cómplices melodramáticos» a «aliados dramáticos» (aliados para la vida), siendo para ello necesario encontrar personas sanas con quienes interactuar, y que sean capaces de no entrar en el juego cómplice que se les propone.
LOS CÓMPLICES MELODRAMÁTICOS DAN LA RÉPLICA PERMITIENDO QUE EL JUEGO CONTINUE
DISOLVIENDO MELODRAMAS
El primer aliado dramático debe ser el terapeuta. Este debe ayudar al paciente –con todo su arsenal terapéutico–, a darse cuenta del «consenso cómplice» en el que se mueve, identificando esos juegos empobrecedores y limitantes, que repite sin cesar. Una vez detectado el juego o melodrama, hay que ayudarle a que identifique a los «cómplices» o actores del mismo.
Posteriormente, mediante la técnica de «repetir diferenciando para dejar de repetir«, hay que ayudarle a encontrar el camino para deshacerse de esos «cómplices melodramáticos» y aprender a rodearse de «aliados dramáticos», que serán los que le van a permitir enfrentar eso nuevo y desconocido, que llamamos «vida».
UN CASO PRÁCTICO
En ¿Qué es la psicoterapia? os hablé de un hombre que iba acumulando carreras universitarias. A su melodrama le bauticé con el título del «eterno adolescente«. Para poder llevarlo a cabo plenamente, necesitaba de cómplices que se lo permitiesen, y en ese caso los cómplices melodramáticos fueron sus padres.
Él postergaba una y otra vez entrar en el mundo competitivo y profesional de los adultos, siendo el eterno estudiante; papel que era reforzado permanentemente por la conducta orgullosa de los padres. Retrasaba todo lo que podía –de forma inconsciente–, su crecimiento e independencia, resistiéndose a vivir el «drama» de la vida.
TODO MELODRAMA ENCIERRA EN SÍ MISMO UNO O VARIOS CONFLICTOS
En este ejemplo, se vió que el conflicto nuclear era el miedo a crecer (síndrome de Peter Pan), pero dentro de ese núcleo, al menos había otros dos conflictos; que eran el miedo a separarse de los padres y el miedo a entrar en la vida competitiva adulta.
Por eso es bastante habitual en las terapias tener que trabajar paralelamente con padres, hijos, novios o novias de los pacientes; porque en general estos –de forma inconsciente también–, constituyen un «consenso cómplice» que hay que «debilitar» para lograr la liberación dramática del paciente.
5 mayo, 2016 at 12:20 pm
Como siempre genial…
10 mayo, 2016 at 9:01 am
Gracias Mariaje