Captura de pantalla 2016-04-05 a las 13.31.21¿Quién no ha oído hablar de aquella persona que sufrió una tremenda depresión porque «le partieron el corazón»? ¿O de la muerte de un anciano, a los pocos meses de haber fallecido su esposa? ¿O de esa madre que murió, a raíz de haber perdido a un hijo? 

Hasta hace muy poco, para la clase médica, todos estos hechos no pasaban de ser más que puras coincidencias y por tanto, no eran tomadas en cuenta, hasta que diferentes equipos de cardiólogos, neurólogos y psiquiatras de todo el mundo, se pusieron a estudiar en serio estas curiosas «anécdotas».

Descubrieron que el estrés es un factor de riesgo importantísimo para las enfermedades del corazón, y que cuando el cerebro emocional se desajustaba, el corazón sufría y acababa por agotarse. Pero lo más interesante de todo, es que demostraron que el equilibrio del corazón, también influía decisivamente en el funcionamiento del cerebro.

SISTEMA CORAZÓN-CEREBRO

Hace relativamente poco tiempo que se ha demostrado, que el corazón tiene un «cerebro propio» constituido por unas 40.000 neuronas, que le permite percibir, sentir, recordar y procesar información al margen del «cerebro central», y además ¡También poseen memoria a corto y largo plazo!

Entender y profundizar en la relación entre el cerebro emocional (también llamado cerebro límbico) y el «cerebro del corazón», es una de las claves de la inteligencia emocional.

Sabemos que el «cerebro del corazón» está profundamente conectado con el cerebro propiamente dicho, y juntos constituyen un verdadero «sistema corazón-cerebro«, donde ambos órganos se influyen mutuamente a cada instante. Pero, ¿Cómo lo hacen?

La conexión más fuerte entre el cerebro emocional y el «cerebro del corazón» se realiza a través del llamado «sistema nervioso autónomo«, que es la parte del sistema nervioso que regula el funcionamiento de todos los órganos, al margen de nuestra voluntad y conciencia. Su función consiste en mantener nuestra fisiología equilibrada.

LA FUNCIÓN DEL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO ES LA DE MANTENER EQUILIBRADA NUESTRA FISIOLOGÍA

Este sistema nervioso autónomo, está constituido por dos ramales que atraviesan cada uno de los órganos del cuerpo a partir del cerebro emocional. El ramal llamado «simpático«, es el encargado de poner en marcha las reacciones de «lucha o huida», y lo hace liberando adrenalina y noradrenalina. Su actividad acelera el ritmo cardiaco y estimula al cerebro emocional.

El otro ramal, se llama «parasimpático» y su función consiste en relajar y calmar. Lo hace liberando un neurotransmisor llamado acetilcolina y cuando se activa, disminuye el ritmo cardiaco.

Así pues, poseemos un «acelerador» y un «freno», que nos permiten conducirnos por las peripecias de nuestra vida y que compartimos con el resto de los mamíferos. La diferencia es que mientras que en los animales, estos dos sistemas están continuamente en equilibrio –lo que les permite adaptarse de forma extremadamente rápida a cualquier cambio que aparezca en su entorno–, en nosotros ese equilibrio no es tan fácil de conseguir.

En la vida, necesitamos de un freno y un acelerador que estén en perfecto estado, con la misma potencia y eficacia, para poder salir bien parados de las curvas de la vida. El estrés es el principal causante del desajuste de este sistema autónomo. Todos conocemos personas que «van cuesta abajo y sin frenos» y otros que están «empanados e incapaces de reaccionar».

LA SABÍDURIA DEL CORAZÓN

Siempre se ha pensado que el sistema de entrada de información estaba por completo en el cerebro, pero ahora se ha descubierto que el corazón recibe la información en primer lugar, luego la transmite al cerebro, y este finalmente, la traslada al cuerpo que la hace consciente.

 EL CORAZÓN REACCIONA MÁS DEPRISA QUE EL CEREBRO A ESTÍMULOS EXTERNOS

El corazón emite una información intuitiva al cerebro, y este al cuerpo. Se percata antes de las cosas y su lenguaje es la intuición

Fue el profesor de Harvard, William James quien escribió que «una emoción era ante todo un estado corporal, y sólo después se convertía en una percepción en el cerebro«.

SENTIMOS LAS EMOCIONES EN EL CUERPO Y NO EN LA CABEZA

Por eso en nuestra vida cotidiana, utilizamos expresiones que representan de manera muy precisa, lo que sentimos cuando nos hallamos en diversos estados emocionales. Expresiones como: «tengo fuego en las entrañas», «siento mariposas en el estomago», «se me puso la piel de gallina»,  o «tengo el corazón en un puño», son representativas de lo que acabo de decir.

Existen cuatro tipos de conexiones entre el corazón y el cerebro:

1.- Comunicación neurológica mediante impulsos nerviosos. El corazón es el único órgano de nuestro cuerpo, que manda más información al cerebro de la que recibe de este. Por lo tanto influirá en las percepciones y reacciones que tengamos.

2.- Conexión bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores. El corazón se comporta como un órgano endocrino más, al ser capaz de segregar la hormona ANF (hormona natriurética atrial), que es la encargada de regular la presión arterial y con ello, el equilibrio general del cuerpo. También genera neurotransmisores como la noradrenalina, dopamina y oxitocina. Esta última, es la llamada «hormona del amor» y tiene un papel clave en el comportamiento maternal y sexual de los humanos. Sabemos que todas estas hormonas actúan directamente sobre el cerebro.

3.- Comunicación biofísica mediante las ondas de presión. El pulso, es la onda de presión creada por el latido del corazón, que no hay que confundir con el flujo sanguíneo. Cuando tomamos el pulso, lo que sentimos es la onda de presión, y con cada latido a través de esta onda, llega la señal para que todas las neuronas del cerebro se sincronicen.

4.- Comunicación energética. El corazón produce 2,5 vatios de energía eléctrica en cada latido. También emite ondas de presión, calor, señales eléctricas, magnéticas y electromagnéticas.Todo ello genera un campo electromagnético 6.000 veces más potente que el del cerebro. Lo más interesante, es que ese campo transporta información que a su vez procede del campo cuántico unificado (puedes leer mi artículo Un viaje de ida y vuelta).

Todas las células del cuerpo reciben estas señales en diferentes momentos, porque viajan a diferentes velocidades a través del sistema circulatorio.

El campo electromagnético de nuestro corazón, nos envuelve en un radio comprendido entre los 2 y 4 metros, con lo cual intercambiamos con las personas que nos rodean, información energética de nuestros corazones. Ahora podemos entender mejor eso del «buen o mal rollo» o «las buenas y malas vibraciones«, que nos generan determinadas personas.

LA IMPORTANCIA DE LAS EMOCIONES

Ya hemos dicho que el corazón emite la mayor señal rítmica y electromagnética que existe en el cuerpo. Son ondas portadoras de información, que a su vez, son moduladas por los patrones emocionales de cada uno: si nos sentimos frustrados, enfadados o irritados, la información que queda grabada en ese campo magnético, es muy diferente a si nos sentimos llenos de amor, compasión, agradecimiento o afecto.

Así pues:

CUANDO EL CORAZÓN EXPRESA LO QUE PERCIBE Y SIENTE, SU INFLUENCIA SE TRANSMITE A TODA LA FISIOLOGÍA DE NUESTRO ORGANISMO, EMPEZANDO POR EL CEREBRO

La frase, «El corazón tiene razones, que la razón no entiende«, atribuida al físico y filosofo francés Blaise Pascal, en el siglo XVII, ya expresaba la idea de que los sentimientos van por diferentes caminos de la razón, y los últimos descubrimientos científicos la apoyan, afirmando que el depositario de nuestra inteligencia emocional es el corazón y no el cerebro.

CORAZÓN COHERENTE

Se ha descubierto que el corazón tiene patrones de latidos rítmicos, que pueden ser coherentes o incoherentes. Estos patrones están íntimamente relacionados con nuestras emociones y con como nos sentimos. Cuando el patrón del latido rítmico es fluido y metódico, se llama coherencia cardiaca y ese ritmo coherente, alinea o sincroniza el ritmo cerebral, el sistema nervioso, los órganos y las glándulas corporales. En este patrón rítmico, nos sentimos más creativos y felices.

Todos danzamos al ritmo del corazón. Las emociones positivas; como el agradecimiento, el cariño, el amor, el perdón, generan un patrón cardíaco muy diferente a las negativas (ira, miedo, irritación, ansiedad) que crean ritmos incoherentes o patrones desordenados, que alteran nuestra fisiología.

Desde hace poco tiempo, disponemos de un método muy eficaz y sencillo, que nos permite crear un estado de coherencia y armonía entre nuestro corazón y cerebro. Se trata de una técnica llamada coherencia cardiaca, que es muy beneficiosa para el cuerpo y la mente, y que en un próximo articulo explicaré en detalle.